ENTRE LOS OJOS DEL HURACÁN.

ValliranaLuces y sombras en Vallirana. Y viento, mucho viento, con aromas de invierno clásico en las montañas próximas a la costa. Como Doctor Jekyll y Mister Hide, el Sanpa mostró ante el Olesa Bonesvalls sus dos caras más contrastadas, en un duelo en el que pudo salir duramente goleado y que, en cambio, no acabó remontando porque los dioses del fútbol se empeñaron en ser crueles con los delanteros sanperos. Podrá decirse que, pese a la descomunal segunda parte, se acabó perdiendo, pero las sensaciones que quedaron a final del partido (caso de Carlos, aparte) fueron muy alejadas a las que se experimentaron tras la disputa de los primeros 45 minutos.

Los presentes en este partido lo pueden atestiguar: este partido lo jugó la UD San Pancracio. Ese Sanpa (oé) que hace honor al imperecedero espíritu de lucha que pregona, que puede sufrir un descalabro en unos minutos y volver a levantarse (o al menos intentarlo) para devolver ese sentimiento de desconsuelo, congoja y exasperación al equipo rival cuando creía que ya lo tenía liquidado.  Que cae en el pozo pero se esfuerza por salir de él, ascendiendo centímetro a centímetro. Terco, impertinente, perseverante. Obligando al equipo contrario a tener que agotar sus recursos para poder frenar su obstinada reacción. Sembrando la duda hasta el último instante sobre aquello que aparentemente estaba claro y decidido.

Tal vez no se hubiera que haber apelado al coraje y la épica de haber tenido un resultado más ajustado al descanso. Al borde del abismo, con tres goles de desventaja, el suplicio de las pérdidas de balón  que a la postre resultaban fatales y algunos fallos que despertaban las dudas habituales, el equipo supo sobreponerse y centrarse, especialmente, en mejorar de cara al segundo tiempo. Por extraño que suene, más allá de los tantos encajados, no todo había sido tan calamitoso como se podía creer. En ataque, al equipo no le costó llegar al área rival a base de toque y buenas triangulaciones, si bien estuvo falto de resolución: un pase cortado in extremis, un balón que se iba muy largo al desbordar, disparos que se iban altos o al cuerpo de los rivales, ect. Faltó ese punto de efectividad que convierte las ocasiones en goles.

Vallirana-2

«Tranquilos, que si no es una contra… la para David o la corta Grego…»

Por el contrario, aunque el Sanpa parecía que podía contener bastante bien al Olesa cuando mantenía las líneas ordenadas, las llegadas locales al área fueron demoledoras y, de esta manera, los tantos fueron cayendo de su parte, todos conforme al mismo y calcado patrón: recuperación de balón y rápida salida a la contra buscando el espacio que generaban sus atacantes con sus constantes movimientos. A los de Sant Joan Despí les castigó mucho la lentitud y cierto desorden en el repliegue cada vez que perdían un balón, siendo víctima de una auténtica sangría que, por mucho que se quisiera llevar al plano individual, no dejaba de ser un fallo colectivo. Pases filtrados al área, recortes y disparos a puerta. Visto y no visto. En 23 minutos, el resultado era de 3-0. ¿Realmente tanta era la diferencia entre los dos equipos?

En el último tramo de la primera parte, se demostró que no. Tomada o cedida, el Sanpa se hizo dueño de la inicitiva del juego y el gol que recortara las diferencias se convertiría en cuestión de tiempo. Albert Hill, tan falto de efectividad como omnipresente en las jugadas de ataque visitantes, dispuso de sus primeras ocasiones. En la primera, tras recibir una diagonal de Kike, su disparo a la altura del segundo palo se marchó por encima de larguero; En la segunda, tras recibir un magnífico pase al hueco de Rafa por el flanco derecho, fue el portero el que envió a córner con la cadera el disparo que se colaba junto al palo. En ese saque de esquina, llegaría el gol de Iván (min.43, 3-1), tras rematar frontalmente de cabeza al segundo palo.

Este tanto hizo creer al Sanpa, que volvió a recibir otro duro golpe antes del descanso. De nuevo, otro balón perdido a la izquierda de la vanguardia sanpera, se convirtió en una fantástica y larguísima diagonal y mejor control a la banda opuesta, un rápido centro raso al borde del área pequeña, y ninguna opción para un David Vega completamente vendido ante el atacante (min. 44, 4-1). Ciertamente había durado poco la alegría en la casa del «pobre». Con ese resultado se llegó al descanso.

asidegordosSin embargo, como si fuera una veleta, el partido cambió de dirección en el segundo tiempo. El gol de Grego, en la ejecución de una falta al borde del área que entró junto a la base del poste derecho de la portería rival (4-2. min.52) devolvía la emoción en el marcador. Poco antes, Kike tuvo una grandísima ocasión, al entrar en el área y adelantarse a su defensor a un magnífico centro de Jesús desde la derecha, pero su intento de vaselina se le escapó por los pelos, rozando el larguero pero por encima.  Y Albert Hill siguió poniendo a prueba los ritmos cardiacos del personal, generando quebraderos de cabeza a la defensa rival antes de ser indulgente con ellos. Su disparo cruzado, tras entrar por el flanco izquierdo del área y encarar al portero, hizo el efecto hacia afuera en lugar de hacia adentro, como si el balón que iba irremediablemente al fondo de la red hubiera recibido un manotazo invisible en el último momento para desviarlo de su trayectoria, haciéndole pasar por el otro lado del poste (min.60).

El tercer gol no sería pues, una sorpresa. Cierto es que David Vega había intervenido decisivamente poco antes, al envíar con el pie a córner un mano a mano ante el «killer» local, Serrano Villalta, que se había plantado solo y con tiempo de controlar el balón dentro del área, tras beneficiarse de un bote tras otra nueva diagonal. Y que, minutos después, volvería a salvar al equipo con otra parada prodigiosa en otra jugada que mostró lo cansinos que podían llegar a ser los sanperos (hasta tres jugadores hubo que recortar para poder disparar y encontrar que el portero también estaba ahí). Pero, a esas alturas, era el Sanpa el que más apretaba. Matteo y Álvaro, extraordinarios los dos recién salidos del banquillo, aportaron un nivel de intensidad que favoreció a la «Revolución Verdiamarilla». Un nivel de empuje que se vería reflejado en el 4-3, tras una falta provocada por el propio Ferrone: saque ejecutado por Carlos desde la banda izquierda y, en pleno impetu en el remate, un defensor acaba introduciendo el esférico en su propia portería (min.69). El Sanpa estaba lanzado.

Carlos-aficionSin embargo, la remontada se quedaría en el camino. La expulsión por doble amarilla de Kike, tan absurda como innecesaria, supuso un freno a las aspiraciones verdiamarillas y un respiro para las rojillas. Aún con 10, el equipo no cesó de luchar por el empate, que pudo llegar en el minuto 88 si el disparo de Albert no lo hubiera rozado el portero local y se hubiera estrellado contra el poste (saliendo hacia afuera, en lugar de hacia adentro…. otra vez).

Carrillo, el veterano cerebro del «A», aportaría su granito de arena en unos últimos y emocionantes minutos finales donde la ansiedad y la agonía quedarían repartidas entre ambos equipos, que ya no volverían a modificar más el resultado. El balonazo que dejó KO a Carlos Rodrigo fue el vivo ejemplo y testigo de lo vivido: un equipo que se «parte» la cara por darle la vuelta a una situación desfavorable, para seguir agrandando la leyenda de lucha contínua del Sanpa. Manque pierda.