NO HAY MANERA.

El horóscopo de esta semana decía que habría mucho amor, pero poco dinero.Y así es muy difícil jugar.

Duro resultado cosechado en Abrera, dónde el Sanpa acabó siendo víctima de sus propios errores y sus miedos acumulados para caer con estrépito en el partido correspondiente a la Jornada 19 del Grupo 8 de Cuarta Catalana.  Solo desde una crisis de confianza, que debe superar lo antes posible, puede entenderse una severa y amarga derrota como ésta, realmente inexplicable a tenor del nivel real que posee el equipo. Ni siquiera ponerse por delante en el marcador, gracias a un gol en propia puerta del conjunto local (0-1. Min.10), aportó la serenidad suficiente para desplegar su juego y sacar provecho de sus fortalezas. Más bien al contrario, lidiar con la necesidad de conseguir una victoria que invirtiera la dinámica actual supuso una presión añadida, difícil de superar, que acabó quebrando al equipo, cuyo final de partido fue una pesadilla que deberá olvidar lo antes posible.

Estos achaques de temporada hacen pensar que tal vez habría que beber un poco menos de orujo de hierbas

La UD San Pancracio se encontró un Abrera muy suelto y desenvuelto, que ya dispuso de sus primeras oportunidades en los primeros minutos. El gol inicial verdiamarillo fue rápidamente contrarestado en apenas siete minutos, primero con un disparo desde 40 metros (1-1. Min. 14); después, con una acción en la que se ganó la espalda de la defensa sanpera (2-1. min.18). Este contratiempo, tras un inicio tan prometedor, debió servir de aviso para darse cuenta de que cualquier opción de victoria pasaría por un cierto nivel de exigencia. A diferencia del la semana anterior, en la que se puso especial intensidad en el segundo tiempo sin la merecida recompensa, se echó en falta un poco más de empuje y fuerza en el choque ante un grupo muy joven. Y aunque Toni tuvo una buena ocasión para igualar el marcador, con un disparo que se marchó por encima del larguero (min.30), al conjunto de Sant Joan Despí le faltó toque de balón y una mayor sensación de tranquilidad en el campo. El juego local, buscando continuamente la retaguardia de la línea defensiva, parecía llevar las emociones al límite.

Paco dinamiza la terapia de grupo y cree que nos hacen falta más abrazos.

Si bien las esperanzas sanperas de darle la vuelta al marcador permanecían intactas llegada la media parte, toda ilusión se vendría abajo en el primer minuto del segundo tiempo, cuando una temeraria cesión al portero acabó convirtiéndose en el tercer gol franjirojo (3-1. Min. 46). El golpe fue duro, pero aún aparecería la reacción del equipo, plasmada en el gol de Toni a pase de Aitor (3-2. Min.55), que volvía a alimentar la posibilidad de obtener algo positivo ante un equipo que, hasta entonces, solo había ganado un partido en su campo. Las posibilidades, en aquel momento, era reales. Sin embargo, los veinte minutos finales acabarían por ser mortales. La ansiedad, la precipitación y la falta de concentración vinieron acompañados de un resultado ruinoso, apuntalado con tres goles más del Abrera, en lo que concluiría con una devastadora y humillante goleada ante un rival al que felicitar y que problamente cerró su mejor partido de la temporada.

A este paso, ningún ojeador del Al Ain, el Guangzhou Evergrande o del Jeonbuk Motors querrá fichar algún jugador nuestro.

A pesar de este doloroso resultado, tan inesperado como difícil de explicar, la confianza en el trabajo del cuerpo técnico y de todos los jugadores sigue siendo plena. La fe en este grupo, con tanto talento ceñido y enorme potencial por explotar, es prácticamente integra para creer en su sobrada capacidad para revertir esta racha tan negativa.  Por lo tanto, habrá que esperar pacientemente a los próximos compromisos de estas semanas venideras a que llegue el momento de poder disfrutar  de un relato que explique una nueva victoria. Porque, tarde o temprano, ese momento llegará y, superado ese punto de inflexión, la dinámica pasará a ser muy diferente.